viernes, 23 de octubre de 2009

Un beso de Buenas Noches




Y una noche como de la nada cayó un Rayo del cielo que al tocar la Tierra la partió en dos mitades.

Dicen que desde aquel momento convirtió el desierto que la cruzaba en un rio, cuyo manantial era tan puro que el mismo agua se asemejaba a la plata.
Que del cielo brotaron miles de estrellas las cuales en la media noche iluminaban los corazones solitarios, y titilaban para aquellos que añoraban a su otra mitad, y la Luna les cantaba, y el Mar bailaba sus olas.
Y al amanecer todos los campos rezumadan rocio fresco, y en el alba el aire era de un tibio color malva, y olía a nardos, los animales silvestres despertaban con su alegría y los primeros rayos calentaban hasta al más frio corazón.
Las tardes eran radiantes con el Sol impetuoso. Los cielos altos y celestes lucían tachonados de nubecillas blancas. Las rosas, las lilas, margaritas, lirios, azucenas, lor robles, helechos, cipreses, alhamos, los prados inmensos, la tierra más fertil florecía cada día, inundando la vista y el olfato con sus infinitos dones.

Y en la majestuosidad del ocaso, todo se fundía en cálido y eterno abrazo.
Cada noche y para siempre.

Dicen que aquel rayo se llamaba Amor. Era un rayo perteneciente a una de las más poderosas familias reales que por aquel entonces regían el universo. Con una antigüedad imposible de calcular , se cree que él ya cruzaba galaxias y constelaciones mucho antes de que las llamaramos así. Cuando desde el cielo una noche en su vagaje vió a la Vida durmiendo en su letargo. Quedó tan fascinado por su belleza y la pureza de su rostro que, sobrecogido no dudó en atravesar la tierra que la retenía presa para con su beso de amor liberarla y amarla, desde la luz de la eternidad y la sabiduría, para toda la vida. Para siempre jamás.
Cuando con su energía penetrante y su calor abrasador apareció ante Vida despertándola de su largo sueño, ésta al mirar en sus ojos y ver siglos de sabiduría, viajes más allá de los confines imaginables, colores indescriptibles incluso para ella, al ver la bondad y la nobleza, la ternura y sensibilidad, la fuerza y el vigor, el valor y el sentido y millones de sensaciones ancestrales en el rostro de él, plena le dijo...

-Mi alma ya te conoce, tú eres mi Amor.

Cerró los ojos serena y se aferró a su pecho.

Él, enmudecido, la abarcó entre sus brazos y la besó.
Y así, iluminados por la más absoluta felicidad se fundieron para siempre.

Él la liberó, y con su cariño alimenta aun hoy su naturaleza viva.
Ella le dió su lugar entre sus brazos, y ya nunca más tuvo que vagar en soledad.

domingo, 18 de octubre de 2009

Noche de estrellas

Te llevé de la mano y subimos a la terraza. Y allí, bajo las estrellas te dije que no te quería, que amaba a otra. Tú me miraste soprendida y bajo las mismas estrellas lloraste tu pena abrazada a mi. Me hacías mil preguntas y golpeabas mi pecho con tu puño ensuciando mi camisa blanca con tu rimmel y tus lágrimas manchadas.
Orion nos miraba, y el carro parecía alejarse entre un mar de estrellas.
La luna nos miraba y su sombra negra parecía crecer, como queriéndose girar para darnos la espalda.

Caiste al suelo y yo te miraba. De pié.
Y tú derrumbada, arropada solo con tu dolor, acariciada sólo por la brisa que secaba tus lágrimas.
Te quejabas amargamente y sin embargo ni una sola palabra sonó airada contra mi, ni una sola mirada de odio desde tus ojos.
Agachaste tu cabeza y te hiciste un ovillo y respirar y llorar fué solo uno.
Con la cabeza bien alta empecé a irme hacia la puerta lanzando una última mirada hacia aquello que había sido una mujer, tirada en el suelo.
La estrella polar marcaba mi verguenza justo encima de ella, y la luna con medio rostro girado cerraba su cara para no verme.
Bajé las escaleras rápidamente y cuando llevaba tres pisos empecé a llorar y a gritar amargamente.
Mis dedos se rompieron, al golpear salvajemente las paredes así como mi alma, mientras bajaba rápidamente las escaleras.
El dolor que tenía al golpearlas, no era nada con el dolor en mi pecho donde sus lágrimas me marcaban.
Gritando como un loco llegué abajo donde esperaba él.
La ira me podía, la vergüenza me hastiaba.
Me acerqué a él y grité, grité, grite, y le maldije en su cara.
El sonriendo, sin inmutarse y sin mover esos asquerosos labios dijo:
"Hiciste bien niñito, si te veo cerca de ella otra vez, tu puta madre sabrá lo que es nadar con cemento en los pies".
No quería oirlo. No quería.
Porque mi familia vivía pero yo había muerto con ella allí en aquella maldita terraza.
Miré hacia arriba y envidié a la luna que podía verla, envidié las estrellas que podían iluminarla.... envidié aquel suelo que podía recogerla.
Maldije mi alma, mi boca, mi cobardía, me maldije por haber haber nacido.
Grité con todas mis fuerzas aun sabiendo que ella no me oiría.
Rompí mi garganta al igual que mis dedos, porque ya tenía roto el alma.

Te llevaré con mi vergüenza sin que sepas que te quiero y eso será mi mayor pena.
Y poco a poco fuí caminando, alejándome, dejándo lo poco de vida que me quedaba en cada paso que daba.
Miré una última vez hacia la luna.

- Por favor, cuídala. Haz eso por mí. Ilumínala y borra mi recuerdo con tu luz. Haz que me olvide y que yo cargue con eso, y que al menos pueda verla a ella reflejada en tu rostro.

Y en silencio... caminé hacia mi nada.

viernes, 16 de octubre de 2009

post para Días de hospital

El primer encuento o recuerdo de la muerte que tengo, fué de niño. Creo que tendría 5 ó 6 años.
Y es curioso porque lo recuerdo todo vivísimamente.

Recuerdo a mi madre llorando despertarnos a mí y a mi hermano. (dormíamos en la misma cama cerca del dormitorio de mi madre, porque ella no quería estar sola).
Nos dijo que nos fuéramos al dormitorio de arriba. (Donde normalmente dormíamos, pero desde que mi padre había vuelto de Madrid, lo hacíamos abajo).
No le preguntamos nada. Sólo la veíamos llorar y besarnos diciéndono que nos fuésemos arriba.
Yo y mi hermano nos fuimos arriba. (mi hermano creo que sí sabía lo que había pasado). Al poco rato se empezó a oir mucho ajetreo en la planta de abajo y gente llegar.
Yo de eso no recuerdo mucho porque me quedé dormido, creo.
Después por la mañana nos vestimos y bajamos las escaleras. Había mucha gente abajo, y al vernos bajar a los dos, lloraban mas intensamente. Me sentía muy incómodo porque me sentía el centro de atención de todo el mundo.
Recuerdo haber visto una caja funeraria de color marrón sobre dos caballetes de hierro. Tengo esa imagen tan viva que si cierro los ojos puedo ver el dibujo de la madera.
Mi madre me tapaba los ojos mientras andábamos hacia la calle,(yo no entendía muy bien porqué). No paraba de llorar amargamente, y nos dijo que fuésemos a casa de nuetra tía. (su cuñada).
Y allí nos fuimos y estuvimos con ella, en el salón mirando por la ventana porque mi tía decía que pronto pasaría todo el mundo hacia el cementerio.
Porque mi padre evidentemente había muerto.
El hecho de saberlo, no me produjo una sensación especial. Es decir fuí consciente de que no lo vovería a ver jamás. Quizás solo eso. Porque la verdad que últimamente por su enfermedad tampoco lo había visto mucho.

Y sin embargo creo que todo aquello me marco o me ha marcado mas profundamente de lo que yo mismo puedo o quiero admitir.

No me gusta hablar de la muerte. Es un tema que me repugna. Sé que está ahí y sé que moriré. No soy inmortal, y por nada del mundo quiero que nadie en mi lecho de muerte se ponga a decirme que que quiero que hagan con mis cenizas o a quien le cedo mis propiedades.
Supongo que el hecho de no hablar de eso es evitar el tema. Supongo que sólo aspiro a que se le dé normalidad.
Sí, yo sé que voy a morir. Supongo que será algo triste, (depende del nivel de consciencia que tenga)
Estoy hablando de algo que como digo pocas veces hago.
No sé en qué cultura al morir alguien vivían una semana al menos con la persona fallecida allí mismo en el salón.
Decían que eso era bueno porque se le daba a la muerte la esencia de normalidad que debe tener.
Yo lo considero una gilipollez. Un cuerpo se descompone muy rápido y por eso se entierra rápido.
No quiero darle normalidad a la muerte. Nadie quiere morir (o casi nadie) y yo no quiero verlo como algo normal, sino como algo inevitable.
Ya hice una entrada hablando de la muerte donde decía que a lo que aspiraba era al menos a no ser olvidado. Me gustaría vivir al menos en el recuerdo de alguien... por lo menos un tiempo.
Me gusta hacer las cosas bien en esta vida, porque no sé si habrá otra. No creo en Dios, y como digo o decía en esa entrada.. un recuerdo es eterno, una palabra clavada en el alma, un abrazo dado a tiempo.
Prefiero y por eso hago esas cosas en vida, quiero tener mi conciencia tranquila y portarme bien o ser buena gente.... como creo que soy, y lo que pase después... como se dice Dios dirá.

Hacía mucho tiempo que no recordaba las manos de mi madre tapando mis ojos mientras lloraba.
Esta entrada me ha traido todos esos recuerdos amargos, y es curioso. Porque me reafirman en que los recuerdos son imborrables.

Podría decir más pero realmente creo que he dicho demasiado. Creo que nunca había contado por escrito aquello... y bueno, supongo que es bueno.

Cómo es posible que cierre los ojos y sienta esos dedos sobre mis ojos?? como es posible que sienta su aspereza y oiga esos llantos??
pasados... cuanto... más de 30 años?

Gracias empe, supongo que mas abierto mi propia caja de pandora.. y no pensé que pudiese volver a llorar por aquello.
Más que por mi padre... (del que apenas tengo recuerdos) por esa madre que intenta proteger a su hijo hasta el último aliento.

Un beso.

jueves, 15 de octubre de 2009

Días de hospital

Querido John:


Te escribo en respuessta a tu carta en la que me preguntabas por la salud de mi abuela.

Te diré que no se sabe nada. Todo es una incógnita. Ahora toca esperar.


En realidad tampoco es que tenga mucho que contar

Sobre todo me siento muy agobiada.

No hay nada que me interese, estoy delante del portatil y francamente no sé qué hacer, que mirar. No me apetece ver la tele, no hay nada. Ni leer porque tengo la cabeza como para leer. Me dormí escuchando musica clasica y pensando en una conversación con alguien moribundo que me relajó mucho.

Pero me despierto y me encuentro con mi madre agotada charlando con las crias que las pobres estarán super aburridas pero se portan muy bien. Yo no lo soporto , hoy no. Me estalla la cabeza oirlas hablar.

Antes me molestaba mucho la claridad que llegaba a mi cuarto desde la ventana de la cocina, a traves del pasillo, y ahora me asfixia la oscuridad, la falta de aire limpio no sé.

Tendría que ponerme en marcha pero sinceramente no puedo. Quizás si me duchara con agua fria...Lograria despejarme. Hay que ir a casa de mi hermana a hacer cosas alli, y la pobre perra esta sola y sin comer desde anoche. Y luego al hospital a verla.


No sé como me veo para coger el coche, pero es que solo de pensar que vamos en el autobus me pongo peor. Con sus meneos, sus frenadas bruscas, su olor a muchedumbre..uggg

Ah, y las niñas hablando y jugando con ese tonillo agudo suyo...Demasiado bullicio para mi.

Al menos en el hospital hay un silencio sepulcral....(vaya palabrita he escogido eh...)

Me refiero a que , aunque alli uno se siente claustrofobico perdido, con olor a hospital y a anciano enfermo, con esa luz típica de habitacion de hospital o de hotel de tres estrellas...No lo sé explicar pero a mi me da sensación de cutrez, de decadencia. Como meterme en un despacho de un cutre detective de los años veinte....Jeje, lo que sale en las peliculas.

Se me antoja todo tan cerrado, con un ambiente tan viciado que te va chupando la energia....Y claro que hay ruido, en seguida somos seis en un cuarto...Pero sales al pasillo y te da una especie de tregua para coger aire antes de volver a entrar y acomodarte en tu huequecito apretado del horrible sofá.

Todos dicen más o menos lo que piensan, pero sabes que no dicen lo que quieren decir, o no piensan lo que no quieren pensar. Resulta muy curioso las conversaciones tan vacias y absurdas que puede llegar a tener la gente en una habitacion de hospital.

Imagino que da miedo mencionar ciertos temas, ciertas palabras tabú.

Pero yo si alguna vez estoy de nuevo en la cama. Si alguna vez se cuestiona mi supervivencia, desde luego no quiero hablar de que viene el morado para el invierno, ni de las capsulas para la caida del cabello que le fueron muy bien a la hija de ....Ni de polladas que se alejen de mi realidad. Yo prefiero hablar las cosas como son.


Oye que se muere uno una vez en la vida.

Hablemos pues de incineración, lugar de esparcimiento de las cenizas. Qué vais a hacer con mis cosas etc...

Cómo os vais a sentir. Qué creeis que hay despues, o si no hay nada.

Etc etc...Maldita sea, todos pensamos en eso, tooodos, por qué no hablarlo?

¿Por qué no afrontar algo que es tan natural y tan ley de vida como morirse? Es el único valor seguro que tenemos en la vida nada más nacer, y nos suelen prepararnos para ello. Si es doloroso y triste, pero es un hecho real que nos llega. Ignorarlo no lo va a evitar.


Desde que el h9ombre es hombre tiene inquietudes al respecto, por eso ha inventado posibles respuestas , como el cielo, el infierno, la reencarnación, etc..( que nadie se sienta ofendido , yo sólo doy mi opinión al respecto. La verdad absoluta nadie puede saberla. NADIE.)



En realidad yo creo que es lo que más falta hace en esos momentos.

Pero en fin, cada uno va afrontando sus miedos como puede no?


Supongo que lo que me hace falta es respirar un poquito de aire. Sólo eso.


Bueno , y dejar de somatizarlo todo.



En cuanto haya novedades te escribo de nuevo.
Espero que la boda fuera bien, ya me contarás y me mandarás las fotos. Siempre viene bien tener buenas noticias.

Besos

Helena

viernes, 9 de octubre de 2009

VECINOS

Capítulo III

"CARTA DE UN VECINO ANÓNIMO PREOCUPADO A UNA VECINA ANÓNIMA QUE LLORA CADA NOCHE"






¿Un cartel? Bien veamos que dice el señor Presidente esta vez...




¡¡¿¿ ??!!
¡¡¿¿Una...Carta..
...De....

...De un vecino anónimo a una vecina q......??!!




En ese preciso instante Victoria tragó saliba con gran y sonoro esfuerzo, pues un nudo se formó automáticamente en su garganta, mudo y casi doloroso.





En cuestión de décimas de segundo dos goterones negros resbalaban por sus mejillas precipitándose en el suelo del ascensor.