martes, 31 de agosto de 2010

Je suis amoureux de la dame en bleu










Mirando al mar te conocí.

Éramos dos soñadores enamorados del cielo y de los colores que el sol pintaba en las nubes y en las crestas suaves de las mareas crespusculares de aquél verano en Trouville.

Y así, mirando al mar…nos vimos, nos encontramos.

Y en tus ojos buceé en aguas más profundas que las del mismo océano…

Qué maravilloso mareo.

Qué par de bobos sonriendo sonrojados, absortos del resto de veraneantes que transitaban el paseo marítimo.

Qué par de bobos cuando se nos aceleraba el corazón con un simple roce “casual” de nuestros dedos, de nuestros hombros…

No tardaste en invitarme a un helado de chocolate ,mi favorito, el cual me sabía a tus labios, y a tu cuello…

Beber de ti no podía ser más dulce.

Casi sin darnos cuenta, nuestros pies nos llevaron a tu habitación del hotel.

Un pequeño cuarto con una ventana y una cama, o al menos eso es lo único que puedo recordar del mobiliario…

Con dos copitas de más de granizado de limón, y borrachos como cubas de deseo, nos abrazamos como locos por fin, a oscuras, sin extraños, sin ocasos, sin olas…sólo las de nuestros besos…

Nos tiramos a la cama pretendiendo aparentar una cierta calma, pero a quién queríamos engañar? Nuestros cuerpos no querían estar sentados, ni vestidos, ni separados en dos…

Y así poco a poco la corriente de abrazos nos fue arrastrando.

Soltaste el coletero de mi pelo, dejando libre mi melena, que con el calor no tardó en adherirse a mi piel, y a la tuya…

Te despojé de tu camiseta playera, mientras no paraba de besar tu cara, tu boca, tu cuello, tu pecho…

Llevados por la pasión bajaste mi palabra de honor y besaste mi piel bronceada, acariciaste mi pelo, y me apretaste contra ti hasta ser uno.

Sentada sobre ti me aferré a tu espalda como un naufrago en plena tormenta.

En aquella villa francesa junto al mar, la brisa era fresca y dulce y así entraba por la ventana, acariciándonos, aliviando nuestro calor, envolviéndonos con su magnetismo y su magia.

Nos habíamos transportado a otro mundo, y flotábamos en mitad de la noche, con las estrellas y el crujir de las olas como cómplices.

Ahh, aquella ventanita sobre la cama, que hizo al cielo testigo de nuestro amor…

¿Pensabas realmente que no sacaría el cuerpo para asomarme a mirar la luna reflejada en el mar?

Fue entonces cuando empezó a sonar…

¿Recuerdas?

Alguien en la playa cantaba y tocaba…Y nos llegaba su voz mezclada con el salitre de la orilla.

Estabas loco por pedírmelo, y te levantaste de la cama levantándome a mí también en un solo movimiento.

-Te parecerá ridículo…Pero me muero por bailar contigo…

-Temía que no me lo pidieras…

Y bailamos…En círculos, muy lentamente, sin separarnos…

Entonces me susurraste muy bajito al oído...

-“Je suis amoureux….”

-Vaya…y mi vestido…o…lo que queda de él, es azul…

-Terrible casualidad, entonces…

-Sí…terrible…

-Terr…

Todo giraba al rededor nuestro.

Nuestros labios se fundieron en un beso húmedo, sensual, que nos inundó por completo…Haciéndonos atracar el uno en el corazón del otro … para siempre.



Y fue así como un año después en esa misma habitación me pediste que me casara contigo.

Y bailando esa misma canción te dije que esperaba a nuestro primer hijo.

Y pasamos nuestras bodas de plata mirando al mar.

Y a día de hoy…sigo perdida en la maravillosa profundidad de tu mirada.




miércoles, 4 de agosto de 2010

Supersticiosos?



Trató de retirar con el máximo cuidado los fragmentos puntiagudos de cristal.

Como por arte de magia, de magia chunga, mientras fregaba los cacharros de la comida, un vaso y un plato habían decidido estallar junto a ella, lanzando a modo de proyentiles sus cristales.

Afortunadamente y pese a las enreversadas formas que habían adoptado aquellos, no se hincó ni cortó con niguno.


-¡¿Ya está bien con el mal de ojo , no?!

Lanzó al aire sin esperar respuesta, pero sí resultado.


Algo estaba ocurriendo y ya sí que no lo podía negar.


Una calamidad tras otra se venían sucediendo desde hacía días.


Y de todo tipo.


Como ponerse enferma estando sola y no tener ni el movil ni el telefono a mano para pedir ayuda.

O como que las ruedas de su coche se vayan en una pequeña curva, provocando un molesto accidente.

Que de pronto los médicos decidan operar a un familiar.


Y así....un largo etcétera...


Lo de aquellos cristales ya era el culmen.

Un tanto asustada por salir a la calle y ahora también por quedarse en casa, decidió sentarse frente a su ordenador, el cual por algún motivo no funcionaba como era correcto....


Bien....


Peló un melocotón el cual estaba frio, duro y dulce, del que disfrutó cada bocado.


Sentada frente a una marina, bajo el aire fresco de su ventilador, perdida en esas olas, en esos colores...se preguntó qué sería lo próximo?


En mitad de su tranquila merienda, de pronto recordó algo.

Tomó su agenda nueva y la estrenó:


"Medir mi equipaje de mano para el avión. ¡¡Diez días y me voy de crucero!!"