martes, 22 de enero de 2008

historia 4: palabras de amor


CAPÍTULO PRIMERO



Cuando Ángela entró en el dormitorio, fue como entrar en otro mundo.
La persiana estaba medio bajada, y la poca luz del atardecer se filtraba creando finas columnas que iba a parar al suelo.La cama permanecía perfectamente hecha, como si su inquilino se hubiese ido a trabajar por la mañana y aguardara pacientemente su regreso.
La pequeña mesa tocador, soportaba una lamparita, un par de fotos, un peine y un frasco de colonia medio vacío.Un gran armario en el lado derecho presidía la habitación.
Ángela avanzó y subió la persiana dejando entrar más luz.
Corrió las cortinas a los lados y se volvió.Dio un pequeño respingo porque dos pies asomaban por debajo de la cama.Bueno, más bien eran dos zapatillas de estar en casa.Ángela sonrió e inclinó la cabeza y vio que efectivamente no había nada debajo.Sobre todos los objetos había una fina capa de polvo.
Como si el tiempo se empeñara en pasar inexorable sobre nuestras vidas, recordándonos que todo aquello que permanece quieto e inmóvil, es cubierto por el paso del tiempo.

Se acercó a la mesita y abrió el primer cajón.Había algunos pañuelos de tela pulcramente doblados.Cogió uno y lo observó.
Tenía grabado en él la palabra C.Carlos... ay Carlos...Se llevó el pañuelo a su nariz, y olió aquel olor tan familiar.
¿Cómo era posible que lo guardase?. Quizás había rozado su piel antes de guardarse. Había tocado sus manos impregnadas de su aroma antes de que el cajón preservase su olor.

A Ángela las lágrimas se le apelotonaban en sus ojos, como soldados paracaidistas dispuestos a saltar a la más mínima oportunidad.Dejó el pañuelo en su sitio, y abrió el segundo cajón.Había sólo un álbum de fotos.Ángela lo cogió y se sentó en la cama.
Fue pasando las hojas y esta vez ya el llanto no se puedo reprimir.Veía a Carlos, de niño, vestido para la primera comunión, con sus compañeros de colegio, vestido con un traje horrible, con camisa de chorreras, quizás para alguna boda. Con barba, y camisa hippie, encima de una montesa roja, con los amigos del trabajo...
Ángela ya no podía soportar las lágrimas y cerró el álbum de fotos.A veces ver la vida de alguien detenida en unas fotos puede ser, según las circunstancias muy duro.Dejó las fotos en el cajón y avanzó por la habitación hacia el armario.Al lado había una foto de Carlos, vestido con un traje negro. Al lado su mujer, con un radiante vestido blanco.

El día de su boda...
Ángela se secaba las lágrimas con el dorso de su mano...

El día de su boda...

Sin volver a mirarla, abrió el armario.Había muchos pantalones, chaquetas, camisas pulcramente dobladas, en sus perchas.Sin querer prestar mucha atención, fue cogiendo perchas y las fue colocando sobre la cama.Cuando tuvo un buen montón, salió un momento de la habitación y volvió con un rollo de bolsas de basura.Quitó una y la abrió, y empezó a meter ropa dejando las perchas a un lado.Había una sensación que le iba adueñando de su pecho. Como si algo le aprisionara, como si alguien la abrazara muy fuerte y no la dejase respirar.
Las lágrimas pugnaban por salir a borbotones y Ángela hacía verdaderos esfuerzos para contenerlas.No dejaba de recordar las fotos, esas malditas fotos.
¿Por qué las había visto?
¿Por qué?
Sólo venían esas imágenes a su mente, y el hecho de meter toda esa ropa en bolsas de basura...era como tirar la vida de alguien al contenedor.
Pero esas fotos... regresaban una y otra vez a su mente.
Una y otra vez...Con su barba, con aquella camisa desabrochada, con el pelo mojado por el mar...

La presión en su pecho era cada vez más fuerte.Así que Ángela cogió rápidamente la ropa que quedaba y la fue guardando en las bolsas que iba llenando.En la parte de abajo había algunas cajas llenas de cosas.Papeles, mas fotos, zapatos...
Sin prestar mucha atención fue guardando esas cajas también en las bolsas.

Y entonces es cuando aquella caja marrón de zapatos se le cayó al suelo y se abrió.

Su foto.

Había una foto suya boca arriba encima de lo que parecía un montón de cartas.

Ángela se agachó y con sus dedos temblando, se puso de rodillas en el suelo para ver aquella foto.
Si.
Era ella.
Con su vestido rosa.
Bueno la foto era en blanco y negro, pero la recordaba muy bien.
Lo estrenó para las fiestas del pueblo.Aquel mismo día le hicieron la foto.

¿Cómo diablos había llegado su foto allí?
Le había perdido la pista hacía tiempo...
Pero no entendía que podía hacer escondida en una caja de zapatos de Carlos.

Cogió los papeles que había debajo.Efectivamente eran cartas.Pero cartas sin enviar.No tenían nada escrito en sus costados.

Ángela cogió la primera del montón.La abrió con unos dedos que apenas podía ya manejar.La desplegó y leyó la primera línea...

"Mi amada Ángela"

Ángela se quedó de piedra, su corazón se paralizó y su pecho se negó a respirar.Su boca se abrió intentando atrapar algo de aire para sus pulmones... pero era inútil.
Era como si le hubiesen dado un puñetazo en pleno estómago y se hubiese detenido su vida.Sus ojos leían y releían esa primera frase una y otra vez.

No supo cuánto tiempo estuvo así...
Hasta que un gemido nació de su garganta.
Fue más un lamento.Y entonces llego el llanto.
Fue un llanto profundo, desgarrador, cruel, que nacía de lo mas hondo de su ser y que parecía arrancarle la vida en cada brutal arcada para coger aire.Más que llorar gritaba, gritaba con un dolor tan profundo que su garganta le dolía, sus ojos le ardían por las lágrimas que no cesaban de salir.
Su estómago se doblaba de dolor y Ángela se dobló sobre sí, con aquella carta contra su pecho y cayó al suelo con la cara completamente mojada en lágrimas.
Gritaba y gritaba de dolor.
El dolor de la pérdida y la comprensión.La comprensión tardía.Ángela seguía llorando y llorando...

Fuera el sol se ocultaba sobre el horizonte.
Y sus últimos rayos dorados se filtraron por la ventana.
El cielo empezaba a oscurecerse.

Llegaba la noche

Llegaba el frío

Llegaba el dolor.




publicado por Sueño




CAPÍTULO SEGUNDO





Mi amada Ángela


El día ha sido muy largo, como toda la semana.Hoy he salido con Pedro a tomar unas cervezas, para hablar del próximo fin de semana.
Pedro quiere que vayamos de cacería.
Ya lo tiene todo preparado, los jerseys de lana, la tienda, la cantimplora...la lista de ingredientes que tenemos que comprar para rellenar los bocadillos...
En fin que le hace ilusión, hace tres meses que no ha podido salir con lo de su rodilla, y ahora quiere aprovechar.

Pero a mi la verdad no me hace tanta. Lo que yo quería era quedarme aquí en casa, en el pueblo.Crees que no llevo pensando desde el año pasado en este fin de semana?
Las gloriosas fiestas del pueblo por fin han llegado, por fin están aquí. Y se acercan cómo agua de mayo para mí la verdad.

Si no hubiese sido tan tonto , si no fuera tan tímido,¡¡ ah!! Te habría pedido bailar el año pasado.
O te habría dicho algo al menos, no sé, te habría dicho
-prima¿ tienes sed?¿Quieres un refresco?
Pero es que no me atreví.


El caso es que al final sí que crucé unas palabras contigo, pero nunca te dije lo que realmente pensaba.
Recuerdo que estrenabas un vestido rosa maravilloso, que endulzaba aun más si cave los colores de tu cara. Nunca te había visto tan guapa, estabas distinta, parecías más mujer que muchacha, pero en cualquier caso, muchacha o mujer, una hermosura de niña.

Te hicieron una foto días antes, y te acercaste a mí para enseñármela.
Me preguntaste - qué primo, ¿salgo guapa o qué?
Yo me hice el duro, el digno, el vergonzosamente tímido, y te dije -bueno no estás mal Ángela, sales normal, no?

Así que, puedes comprender las ganas que tenía de que llegaran las fiestas otra vez y te volvieras a poner tan guapa, y decírtelo, y bailar juntos, y no sé quizás confesarte lo que siento por ti.

Pero, ahora la verdad es que ya no sé que hacer. Me da pena dejar tirado a Pedro.
Y no quisiera perder esta oportunidad que se me antoja ideal, para preguntarte si querías ser mi novia, y si tú aceptas claro, hablar con tus padres.
¡Dios mío!

¿¿He dicho mi novia??

¿Ves? Me pierdes....

Y ya puestos, me perderé del todo....al fin y al cabo mi querida Ángela, estas cartas como bien sabes , son sólo para mí.

Te las escribo para desahogarme, para poder decirte lo muy enamorado que estoy de ti, desde hace años. Lo mucho que pienso en ti, casi constantemente.Lo preciosa que creo que eres...

Ay! si te contara todos las noches que sueño contigo, y te cojo de la mano, y tu me sonríes y ...entonces, te digo que te quiero, y tú me dices que también me quieres...

A veces me siento como un chiquillo, y quizás lo sea. Un chiquillo enamorado, loco de amor por su prima Ángela.


Del cielo cayó un rayo de luz
que alumbró todo a su paso.
Era cándido, y de un color blanco.
Mi corazón que cree en Jesús,
lo buscó sin descanso.
hasta acertar con un milagro.
Era de hermosura sin par,
a campanas sonaba su voz,
caída del cielo sin más,
su bondad me robó el corazón.
Mi Ángela que mira con sus ojos de amor.
¿Qué es sino una criatura de Dios?

Por cierto, en un despiste tuyo cuando enseñabas la foto a tu madre a tus tías, metí la mano por medio y la intercepté. Espero que no la habrás echado mucho de menos. ¡¡Qué vergüenza si llegaras a adivinar...!!

Ahora al menos, puedo verte siempre que quiera, aunque en la foto tu vestido no sea rosa sino gris.

Siempre tuyo,
tu primo Carlos que te adora.



publicado por Emperatriz



CAPÍTULO TERCERO



El beso.
Aquel beso robado en la templada noche de agosto.
Aquel beso furtivo en las fiestas del pueblo.

Ángela tumbada en la cama de Carlos, no paraba de llorar, abrazada a un montón de cartas. Otras estaban esparcidas, abiertas por la cama. Con sus entrañas de sentimientos expuestas por primera vez a la luz del día.

Porque la luz del sol se filtraba por las persianas, llenando de luz la habitación.
Había pasado toda la noche leyendo las cartas y llorando.

Aquel beso...
Aún lo podía revivir como si estuviese allí ahora mismo.

Con el olor del verano; de las noches de verano. El olor del algodón de azúcar, el sonido de los niños en los caballitos, su vestido nuevo, la forma en la que olía y crujía la tela y se adaptaba a su cuerpo... la sonrisa que iluminó su cara cuando vió a su primo Carlos.

Sus pasos apresurados que le llevaron hacia él.El leve toque que dió con su mano en su hombro.

Las palabras...

-¡Hola primito!
Carlos se giró, y Ángela notó en su cara que no pudo reprimir un gesto de sorpresa. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo.Ella mientras tanto dió una vuelta completa sujetándome los lados de la falda en un gesto risueño.
-Caray, primita. No estás nada mal. Nunca te había visto con este vestido. ¿Es nuevo?Ángela asintió con la cabeza.
-Pues me debes un baile. -la sonrisa de carlos era franca y de oreja a oreja. - Voy a ser la envidia del pueblo esta noche.
-Eso está hecho. -Si la sonrisa de Carlos, era amplia, la de Ángela al oir aquellas palabras era indescriptible.

Carlos fué hacia la mesa que había cerca de él, y soltó el vaso de vino que tenía en la mano. Se acercó a ella y levantó las manos con una sonrisa que podría derretir toda la nieve de las montañas.

El corazón de ella latía fuertemente cuando cogió esas grandes y ásperas manos y comenzaron a moverse lentamente al compás de la música. Los ojos almendrados de Carlos no se apartaban de los de Ángela. Había como una corriente hipnótica entre los dos que no se podía romper.

El sonido de la música, los niños, las voces; todo se hacía lejano. Era como si sólo estuviesen los dos bailando en aquella plaza.

El hecho de ser primos permitía a Ángela acercarse a él un poco más de lo que el decoro permitiría en otras circunstancias.

Carlos apenas usaba colonia, pero olía muy bien. Podía oler perfectamente el jabón de afeitar.El olor de la chaqueta, su propio olor corporal. Eran una mezcla de olores y sensaciones que Ángela tuvo que, en un momento cerrar los ojos y dejarse llevar por Carlos porque se estaba mareando.
¿Qué le estaba pasando?, que su primo le gustaba siempre lo había sabido. Pero siempre había podido mantener las distancias. Pero aquella noche estaba siendo distinto.Ángela apoyó su cabeza en el pecho de Carlos, pero las sensaciones y los olores se multiplicaron por mil.

-¿Estás bien?- dijo Carlos preocupado.
-No se... me estoy mareando un poco.
-Anda vente, siéntate un poco.

Carlos la llevó cogida de la mano hasta una silla y la sentó. Rápidamente fué en busca de un vaso de agua y se lo ofreció.
-Gracias, quizás he bebido mucho vino.- Le ofreció a Carlos una sonrisa tranquilizadora.
Carlos se agachó, dejó en el suelo, y cogió las manos de Ángela.
-¿Seguro que estás bien, primita?.Ella no podía dejar de mirar sus ojos, la línea de su mentón, el pelo recogido hacia atrás, sus pestañas. Todo llegaba hacia ella traido por su voz.
-Sí, seguro primo. Me quedaré aquí un rato para despejarme. Estoy bien, no te preocupes.

Y así estuvieron un buen rato charlando de cosas absurdas y tonterias. Hasta que Carlos vió a su cuñado y se marchó a tomarse unas copas de vino.

No podía parar de pensar en lo que le había pasado.Sí... seguramente había sido el vino dulce. No estaba acostumbrada a beber, y se le había subido a la cabeza, y con tanta vuelta...

Ángela cuando se recuperó se levantó y se fué a hablar con su madre y sus tías. Bailó con un tio suyo, con su madre, con su prima, y cuando ya le dolían las piernas de tanto bailar, alguién la cogio del hombro, y le dijo...
-Me tienes que conceder el honor...
Era Pedro. El mejor amigo de Carlos, y se le veía que estaba algo borracho.
Pedro siempre le había caído en gracia, era un chico muy guapo y simpático.
La verdad que él de siempre la había buscado, para algo más que una amistad, pero Ángela simpre le había dado largas, sin saber muy bien porqué.

Comenzaron a bailar, pero como él estaba borracho, tropezaban mucho, y chocaban con otras parejas. Ángela no podía parar de reir al principio, porque le hacía gracia la situación. Además a Pedro la lengua se le trababa, y resultaba muy gracioso.

Cuando acabó el baile se la llevó hacia la parte de atrás de la plaza cogida de la mano. En principio a ella la situación le parecía simpática porque era agradable ver como le gustabas a un hombre.

Cuando estuvieron solos, la música llegaba a lo lejos amortiguada por la distancia. Había una luna enorme en el cielo, y miles de estrellas salpicaban de luz su techo.Pedro entonces la abrazó y comenzó a bailar con ella con sus cuerpos pegados.
Ángela no sabía muy bien qué hacer. La situación aunque romántica era un poco tensa puesto que si alguien los veia...
Pedro era muy fuerte, y la sujetaba para que ella no pudiese escabullirse de sus brazos.

-Pedro, será mejor que volvamos.
-No te preocupes, nadie nos ve.
Pedro la miraba fijamente a los ojos. Los brazos de Ángela caían a los costados sujetados por los fuertes brazos de él.
Ella intentó escabullirse retorciéndose pero él no la dejaba moverse.
La situación empezaba a no gustarle.
Los ojos de Pedro ardían de deseo, y su cabeza empezó a moverse... acercándose a la de Ángela.
Ella sabía lo que iba a pasar, y si bien no le desagradaba, la situación no era ni mucho menos como ella había soñado.

Cuando los labios de Pedro se unieron a los suyos, Ángela cerró los ojos.

Cuando los abrió, una sombra los comtemplaba a lo lejos. Estaba inmóvil, erguida, con un vaso en la mano. No se veia quién era, pero la silueta para ella era inconfundible.

La sombra dejó caer el vaso al suelo, y se marchó lentamente, por la calle arriba. Con el sonido del cristal, Pedro se separó y miró hacia atrás. No vió a nadie pero soltó a Ángela.

Un nombre se repetía en la cabeza de Ángela.
Carlos... Carlos... les había visto besarse.

Pero qué hacía allí.

¿Los había seguido?
¿Por qué?.
¿Le había molestado verles besarse?

Preguntas sin respuesta hasta ahora. Hasta este mismo momento, hasta este mismo día.

En aquella cama plagada de cartas abiertas.

¿Qué hubiese pasado si no hubiese existido aquel beso?
¿Qué hubiese pasado si no hubiese existido aquella maldita guerra?

Eran muchas preguntas que iban encontrando respuesta.
Aunque cada respuesta se adentraba en las entrañas de Ángela como un puñal ardiendo.

Había vivido una vida equivocada.

Una vida fingida.

Una vida que quería olvidar.

Sólo quería volver,volver a aquel baile y ..arreglar las cosas.

Sólo eso.

Y con ese pensamiento quedó dormida.





publicado por Sueño

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