domingo, 21 de diciembre de 2008

Intento fallido



De nuevo Elena.
Frente al espejo , en silencio, rumiando tantos pensamientos a la vez que, agolpados dentro de su craneo, le hinchaban los ojos y los párpados.
La noche había sido una odisea, y ahora en la ventana del baño despuntaba el alba, con un rayo de Sol inconcluso.
Sentada en el filo de la bañera, le escocían los globos oculares, y tenía la lengua seca y pegada al techo de la boca, con todos los dientes y muelas señalados en ella.
El aliento le apestaba, pero no habría la boca, ni para beber ni para lavarla.
De vez en cuando un pensamiento se tornaba revelación, tomando en su cabeza apariencia física, y esbozaban sus labios un leve y entrañable puchero, que pedía a gritos ser recogido por alguien y guardado con mimo y tesón entre caricias y consuelo.
Elena...
No podía creer lo estaba viviendo.
No quería ni podía asumirlo. Por eso pensaba mil cosas, para no pensar ninguna.
Pero la perseguiría, se le pondría por delante, en sus sueños y en su día a día.
Lo tenía allí delante, sólo tenía que mirarse la cara, ...
El iris brillante, las pupilas dilatadas, la piel pálida, los labios enrojecidos y mordidos, el pelo limpio despeinado, restos antiguos de maquillaje resbalando...
Todo eso...
¿De quién era?
¿Era ella?
¿Y quién era ella?
¿Qué hacía alli y por qué no se movía?

-Elena, ¿Quién demonios es Elena?
No soy yo desde luego, yo no soy esa, a esa la maté anoche.
Esa no soy yo. La del espejo no puedo ser yo. No tiene ningún sentido que siga con el mismo nombre , ni con la misma cara.
No puedo tener aun su recuerdo en mis retinas.
No puedo tener su sabor en mi paladar.
Esta piel ...Aún esta marcada por sus...
¡¡No no no!!
¡¡Basta!!
¡¡No pienses no pienses no pienses no pienses no pienses!!
¡¡¡NO PIENSES!!!
No , no ...


Cuando por fin una emoción se iba a hacer cargo de ella, se prohibió llorar, se prohibió sentir hambre o sed, se prohibió el desahogo y amparo alguno, y obligó a su mente a perderse en el desierto de su cama oscura, oculto bajo el silencio negro, caliente y atroz, para ibernar su desaparición.